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Licenciada en Ciencias de la Comunicación (Periodismo) por la Universidad de Sevilla en 1994, estoy especializada en temas económicos. Doctorado: La información en prensa, radio y televisión. Facultad de CC. Comunicación. Universidad de Sevilla (1994-1996) Experta Universitaria en Protocolo y Relaciones Institucionales por la UNED (2003-2004). IDIOMAS: Inglés (First Certificate) Durante nueve años (2000-2009) he sido responsable del Área de Comunicación, así como de todas las Publicaciones y del Centro de Documentación del Consejo Económico y Social de Andalucía (Junta de Andalucía), contando con gran experiencia en Dirección de Comunicación, Comunicación Corporativa y Relaciones con los Medios de Comunicación, Organización de eventos y Protocolo Institucional. Del mismo modo, fui Jefa de Redacción de la Revista Andalucía Económica entre 1996 y 1999 y Redactora de El Correo de Andalucía en las secciones de Política, Economía, Sevilla y Cultura entre los años 1993 y 2000. En la actualidad, trabajo en el Servicio Andaluz de Empleo, en el equipo de comunicación de Sevilla.

jueves, 14 de julio de 2011

Vacíos y contenidos



El pasado mes se abría al público el Convento de Santa Clara. Atrás quedaban ocho largos años de restauración (y más de ocho millones de euros de presupuesto) del que fuera inicialmente palacio almohade, después de Don Fadrique y finalmente convento de la compañía de las clarisas hasta 1998. A pesar de su céntrica ubicación (en pleno barrio de la Macarena), el inmueble de casi 12.000 metros cuadrados de extensión es un gran desconocido para Sevilla. La restauración acometida ha permitido recuperar el claustro renacentista, el refectorio, la sala de pinturas murales, el dormitorio bajo y el alto, entre otras estancias. Quedan por rehabilitar en dos fases posteriores -para las que no hay plazos ni presupuestos- el compás, los jardines y la Torre de don Fadrique.


Sin embargo, la recuperación de un edificio de esta singularidad se ha visto empañada por la polémica sobre su uso. Este nuevo centro cultural nace sin director y sin apenas programación, convertido en alojamiento de hasta casi una veintena de asociaciones culturales de diversos tipos e intereses (como el Coro Barroco de Andalucía, la Fundación Mario Maya, el Movimiento Cooltura ó el Consejo de Bandas), que deberán ser las encargadas de mantener vivo el edificio con sus diferentes iniciativas culturales.


Coincidiendo casi en el tiempo se presentaba en Sevilla el proyecto “Galea Magna Atarazanas”, que promueve un espacio patrimonial de excelencia en el área medieval de las Atarazanas de Sevilla. La propuesta tiene como objetivo principal la recuperación de los Astilleros Medievales de Sevilla en un área que abarcaría tres de las siete naves que sobreviven en la actualidad, abordando para ello la fábrica de una de las primeras galeras que ordenó construir Alfonso X, el Sabio para la creación de la Real Marina de Castilla. Para este fin, se bajaría la cota de suelo en estas tres naves a su nivel original del siglo XIII, es decir, cinco metros y medio por debajo del suelo actual. Ello no sólo potenciaría la espectacular volumetría arquitectónica del edificio, sino que recuperaría su dignidad patrimonial, sepultada durante mucho tiempo.


El proyecto viene a complementar el futuro CaixaForum de Sevilla, que abrirá sus puertas en 2013, aportando los activos patrimoniales y los valores históricos de un edificio único en Europa, gran desconocido para la mayor parte de los habitantes de Sevilla. Pero, como en el caso anterior, Galea Magna Atarazanas nace necesitado no sólo de soporte económico, sino sobre todo de respaldo ciudadano, como evidenciaron en el acto de presentación los responsables de este concienzudo proyecto de rehabilitación y dotación de contenidos, promovido por la Fundación Atarazanas.


España es uno de los países que mayor número de centros culturales abre anualmente. Sin embargo, tras las inauguraciones y los cortes de cintas con fotos, gran parte de ellos acaban por dormir el sueño de los justos, a la espera de que una buena dosis presupuestaria les saque del letargo en el que les introdujo la crisis o cualquier otro motivo. Ante esto, la ciudadanía no tiene, no tenemos, más remedio que movilizarnos. No podemos lamentarnos de la escasez de oferta cultural cuando, por iniciativa pública o privada, tenemos los enclaves o los proyectos en nuestras manos pero somos incapaces de apoyarlos o modelarlos. Hoy, cuando la cultura cada día está más en segundo plano, debemos y podemos hacer algo. No se trata sólo de pagar las entradas, que también, sino de participar diseñando nuestra propia oferta cultural, mostrando cuáles son nuestros intereses por satisfacer, apoyando y colaborando en el diseño de proyectos y programas de los que nos acabaremos beneficiando subsidiariamente como habitantes de la ciudad en la que residimos y, lo que es más importante, como individuos sociales para quienes la cultura debe ser tan necesaria como beber agua cada mañana.

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