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Licenciada en Ciencias de la Comunicación (Periodismo) por la Universidad de Sevilla en 1994, estoy especializada en temas económicos. Doctorado: La información en prensa, radio y televisión. Facultad de CC. Comunicación. Universidad de Sevilla (1994-1996) Experta Universitaria en Protocolo y Relaciones Institucionales por la UNED (2003-2004). IDIOMAS: Inglés (First Certificate) Durante nueve años (2000-2009) he sido responsable del Área de Comunicación, así como de todas las Publicaciones y del Centro de Documentación del Consejo Económico y Social de Andalucía (Junta de Andalucía), contando con gran experiencia en Dirección de Comunicación, Comunicación Corporativa y Relaciones con los Medios de Comunicación, Organización de eventos y Protocolo Institucional. Del mismo modo, fui Jefa de Redacción de la Revista Andalucía Económica entre 1996 y 1999 y Redactora de El Correo de Andalucía en las secciones de Política, Economía, Sevilla y Cultura entre los años 1993 y 2000. En la actualidad, trabajo en el Servicio Andaluz de Empleo, en el equipo de comunicación de Sevilla.

lunes, 1 de agosto de 2011

El rapto de Europa



El poeta romano Ovidio describía en Las metamorfosis (su conocido poema de 15 libros) la creación e historia del mundo mitológico. Según esta representación, Europa era una princesa fenicia y Zeus la raptó en forma de toro blanco, llevándosela desde las orillas de lo que hoy es el Líbano hasta la isla de Creta, en la que engendró a Minos, Sarpdedón y Radamantis. El rapto de Europa está plasmado de manera excepcional en el óleo de Rembrant de idéntico nombre. Tomando prestadas tan evocadoras ideas e imágenes, hoy se ha convertido también en título recurrente para describir la actual situación que padece la Unión Europea (UE).

La crisis de la bacteria mortal E. coli ha puesto en evidencia numerosos problemas existentes en el seno de la Unión, fundamentalmente su incapacidad para hacer frente a problemas urgentes con la agilidad necesaria. Lejos de la cohesión deseada y necesaria, Europa se ha revelado incapaz para actuar de manera coordinada, con estrategias compartidas que beneficien a todos los Estados que, se supone, comparten un objetivo común. De entrada, la información ha fallado de manera estrepitosa, tanto en la fuente emisora (Alemania) –tirando, dicho sea de paso, por tierra todo un mito-, que debería hacer investigado qué ocurría en el foco de la infección (Hamburgo) antes de lanzar noticias falsas, como en el país damnificado (España), que podría haberlas contrarrestado con un escrupuloso informe sobre las partidas de productos hortofrutícolas que habían llegado hasta la región alemana.

El resultado ha sido no sólo la pérdida de un prestigio conseguido a lo largo de muchos años por los agricultores españoles, sino sobre todo las pérdidas económicas causadas por el cierre histérico de fronteras de países, como Rusia, que han aprovechado para sacar a la luz viejas rencillas. En definitiva, una lucha por el honor económico y patrio de todos los implicados, que ha tirado por tierra los principios del Tratado de Lisboa, causando graves perjuicios a España.

Pero esto es sólo la punta del iceberg. Como recuerda el sociólogo británico Anthony Giddens, la UE ha perdido –como consecuencia de la crisis- el apoyo de dos tercios de la ciudadanía europea, que no la consideran ya la alternativa de futuro. Un euroescepticismo que se acompaña del peligroso apoyo de partidos de extrema derecha, en países como Finlandia. Del mismo modo, los distintos tiempos y formas de afrontar la crisis económica han creado graves diferencias entre el norte y el sur de la Unión. Mientras el Reino Unido, Francia y especialmente Alemania han salido reforzados, el resto de los países atraviesa por graves dificultades aún. Este desfase no sólo se ha trasladado a la percepción de la ciudadanía, sino también al papel que sus respectivos mandatarios juegan en el conjunto de la Unión, hasta el punto de que la canciller alemana Angela Merkel se ha convertido en la Presidenta de facto de la UE, actuando de manera unilateral y arrastrando con sus decisiones al resto de los Estados, incapaces de rebatir sus decisiones por la falta de fortaleza política. Ello sepulta el liderazgo compartido planteado en el Tratado de Lisboa y, bajo mi punto de vista, priva a los restantes mandatarios europeos de los recursos necesarios para afrontar en igualdad de condiciones la construcción europea común.

Ello se agrava además con lo que Giddens denomina “la Europa del papeleo”, una serie infinita de documentos, proyectos, en definitiva pilas de papel, basadas en teóricos mecanismos para salvar a Europa de sus problemas actuales, teniendo como fecha de aplicación el lejanísimo y peligroso horizonte de 2013. En definitiva, mucha teoría futura para resolver problemas urgentes que necesitan soluciones prácticas a día de hoy.

Europa, como en el poema de Ovidio, ha sido raptada, pero no por el padre de los dioses y los hombres que era el gran Zéus, sino por la lentitud paquidérmica de su burocracia y la ausencia de una estrategia defensiva común. ¿Cuál es el futuro de Europa?

Publicado en la Revista Mujer Emprendedora. Número Julio/Agosto 2011